El científico y divulgador Hashem Al-Ghaili ha presentado BrainBridge, un proyecto que combina la inteligencia artificial, robótica de alta precisión e impresión 3D para realizar trasplantes de cabeza. Aunque parece una idea que solo ocurre en la ficción, ayudaría de manera significativa a personas que padezcan enfermedades terminales o daños neurológicos irreversibles.
“Actualmente, un 82% de los procedimientos complejos asistidos por tecnología requieren validaciones prolongadas antes de pasar a fases clínicas. BrainBridge está apenas en sus primeros pasos, por ello debe ir de la mano de la ética y la viabilidad técnica”, comenta Patricia Paulet, subdirectora de las facultades de Ingeniería y Tecnología de IDAT.
Uno de los pilares del proyecto es el uso de compuestos como el polietilenglicol y adhesivos químicos diseñados para facilitar la unión de tejidos a nivel microscópico. Este enfoque busca hacer posible la reconexión de estructuras clave como la médula espinal y los nervios periféricos. Sin embargo, los desafíos técnicos siguen siendo enormes.
Obstáculos científicos y limitaciones actuales
El mayor reto que enfrenta BrainBridge radica en la reconexión funcional de la médula espinal, una tarea que hasta ahora ha sido insalvable para la ciencia moderna. Aunque el equipo de Al-Ghaili ha iniciado pruebas preliminares en simuladores y estructuras sintéticas, no se ha logrado aún una conexión estable entre dos sistemas nerviosos distintos.
“Según datos internacionales, solo un 15% de los proyectos que combinan IA y biomedicina logran escalar a una fase experimental en humanos. La complejidad biológica es inmensa”, indica Paulet.
Reacciones divididas en la comunidad científica
Mientras algunos profesionales ven en este proyecto una ventana al futuro de la medicina regenerativa, otros lo consideran como algo totalmente imposible. Propuestas similares, como la del neurocirujano italiano Sergio Canavero en 2015, no llegaron a concretarse debido a limitaciones éticas, legales y tecnológicas.
La comunidad médica, aunque interesada, se mantiene cautelosa. Un trasplante de cabeza no solo implica la fusión de huesos, vasos y nervios, sino también el mantenimiento de funciones vitales durante el proceso, algo que ninguna tecnología actual ha logrado garantizar por completo.
¿Revolución médica o ilusión tecnológica?
De concretarse en algún momento, el sistema de BrainBridge podría cambiar por completo la forma en la que la humanidad entiende la cirugía y el trasplante de órganos. Los pacientes con cáncer terminal, parálisis total o lesiones cerebrales severas se verían beneficiados de gran manera.
Aunque aún le resta un largo camino por recorrer, BrainBridge representa un llamado de atención sobre las posibilidades futuras que la convergencia entre biotecnología e inteligencia artificial puede ofrecer. Por ahora, se trata de un ambicioso proyecto que despierta tanto esperanza como escepticismo.