De acuerdo con el estudio más reciente de Kantar Worldpanel Perú, el 30% de los hogares urbanos se encuentra en una situación financiera crítica llamada “struggling”, donde, incluso destinando todos sus ingresos a necesidades esenciales, no logran cubrir el costo de la canasta básica familiar.
“A pesar de una ligera mejora frente al 2023, cuando el índice alcanzó el 37%, la reducción aún es insuficiente para hablar de una verdadera recuperación”, señala Milagros Torres, subdirectora académica de la Facultad de Negocios de Zegel.
El informe revela que los ingresos siguen sin alcanzar los niveles necesarios para cubrir las necesidades básicas. Según comentarios del exviceministro de Promoción del Empleo, Fernando Cuadros, el poder adquisitivo de las familias sigue estancado, ya que los ingresos no han crecido a la par del costo de vida. Actualmente, la canasta básica supera los S/1.800 mensuales, mientras que el ingreso promedio en microempresas bordea los S/1.700, dejando a muchas familias en el límite del umbral de pobreza.
Inseguridad alimentaria: un síntoma del deterioro
Uno de los indicadores más críticos del informe es el acceso a alimentos. Según una encuesta realizada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) en marzo de este año, el 43% de los hogares peruanos reconoció que, entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, en algún momento no contaron con alimentos en casa por falta de dinero. Esta situación fue aún más grave en los estratos socioeconómicos D y E, así como en zonas rurales, donde seis de cada diez familias atravesaron esta dificultad.
Pese a este panorama, el informe de Kantar también muestra una leve mejora en los niveles de confianza económica: actualmente, el 21% de los hogares se considera en una situación “confortable”, frente al 15% registrado en 2023. Dentro de este grupo, el 51% espera que su situación mejore en los próximos 12 meses. Incluso dentro del segmento más vulnerable, el 31% mantiene expectativas positivas a futuro.
Sin embargo, el optimismo es frágil. Un 29% considera que su situación seguirá igual, 11% anticipa un deterioro y un preocupante 30% no sabe qué esperar. Esta incertidumbre refleja una recuperación económica aún contenida y desigual, con una mayoría (40%) que no prevé mejoras sustanciales en el corto plazo.
“El crecimiento de la economía no logrará ser sostenible sin una mejora real en el poder adquisitivo de los hogares, especialmente de aquellos que conforman el 80% de la economía informal del país”, concluye Milagros Torres.
En este contexto, los retos para la política económica peruana siguen siendo profundos: no solo se trata de reducir la inflación, sino de garantizar empleos dignos, sostenibles y con remuneraciones que permitan a más familias salir del círculo de precariedad.