noviembre 13, 2025
Empresas

El impacto de la infraestructura en la calidad de vida de los peruanos

La calidad de vida de una población está estrechamente vinculada con el entorno construido en el que habita. Viviendas seguras, vías adecuadas y servicios básicos funcionales son componentes que determinan el bienestar, la salud y las oportunidades de desarrollo. Sin embargo, en el Perú persisten amplias brechas de infraestructura y vivienda que limitan ese progreso.

Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 10,1 % de los hogares peruanos presenta algún tipo de déficit habitacional, mientras que entre 1,6 y 1,9 millones de familias requieren una vivienda nueva o mejoras estructurales significativas. En paralelo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que la brecha de infraestructura pública supera los US$ 110 mil millones para el periodo 2019–2038, cifra que implicaría invertir cada año cerca del 2 % del PBI nacional solo para cubrir necesidades básicas en transporte, saneamiento, salud y educación.

Estas carencias no solo afectan la productividad o el crecimiento económico, sino que también se reflejan en la vida cotidiana de millones de personas. Las ciudades y comunidades que cuentan con infraestructura moderna y servicios adecuados registran mayores índices de bienestar, seguridad y movilidad, mientras que en las zonas con infraestructura deficiente se mantienen altos niveles de vulnerabilidad, desigualdad y exclusión social.

En ese contexto, el sector construcción cumple un papel decisivo en la mejora de la calidad de vida. “Cada obra no solo representa metros construidos, sino oportunidades de progreso, empleo y bienestar para las comunidades”, destacó Norberto Ledea, CEO de Holcim Perú.

Su impacto se manifiesta de diversas formas:

  • Vivienda y hábitat digno: cada proyecto habitacional contribuye a reducir la precariedad y a brindar espacios seguros y saludables.
  • Conectividad y transporte: carreteras, puentes y vías urbanas integran territorios, acortan tiempos y mejoran el acceso a oportunidades laborales, educativas y de salud.
  • Infraestructura social y de servicios básicos: hospitales, escuelas, redes de agua y saneamiento permiten el funcionamiento de ciudades más equitativas y resilientes.
  • Desarrollo económico local: cada obra genera empleo directo e indirecto y activa cadenas de valor vinculadas a materiales, transporte y servicios.
  • Construcción sostenible: la incorporación de tecnologías ecoeficientes y materiales de bajo impacto ambiental promueve entornos más limpios y responsables con el planeta.

El fortalecimiento del sector construcción no solo representa una oportunidad de crecimiento económico, sino una vía concreta para cerrar brechas históricas y garantizar el acceso equitativo a condiciones de vida dignas. Invertir en infraestructura y vivienda no es solo construir obras: es construir bienestar y futuro para el país.

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