Magdalena es uno de los distritos limeños en los que todavía se puede caminar y encontrar casas antiguas o casonas. Su desarrollo ha sido progresivo y bastante más lento en comparación con San Isidro, cuyo cambio urbanístico se ha contagiado a las zonas limítrofes con Magdalena, en las que ya se observan edificios tanto residenciales (multifamiliares) como de oficinas.
El paso del crecimiento horizontal al vertical es posible, asegura José Jaeger, gerente general de la inmobiliaria Grupo Sol, debido a que la zonificación municipal permite la construcción de edificios de ocho pisos en diversas calles y de más de 15 pisos en avenidas.
Parte del crecimiento potencial se ubica frente a la Av. Brasil, que incorporara inmuebles de hasta veinte pisos. “Esto genera un desarrollo cosmopolita [de Magdalena], lo que no significa que deje de lado su casco histórico cultural”, agrega Liliana Oviedo, jefa de ventas del Grupo Inmobiliario Aurora.
Esta migración de personas parte al mercado inmobiliario en dos: Magdalena vieja –pegada a San Miguel– y Magdalena nueva –que colinda con las avenidas Javier Prado y Juan de Aliaga–. Para Jaeger, mientras que la primera atrae a ejecutivos jóvenes del NSEC con dos hijos provenientes de distritos periféricos como Los Olivos, San Martín de Porres o Comas, la segunda está orientada a familias del segmento B.
Fuente: EL COMERCIO