Los jóvenes están cambiando la forma en que se construyen y se compran viviendas en el Perú. El año pasado el sector inmobiliario de Lima Metropolitana registró un crecimiento de 30% en ventas a comparación del 2023, sin embargo, el área promedio de los departamentos vendidos disminuyó un 17% desde 2020, pasando de 76 metros cuadrados a 65,4 metros cuadrados, según cifras de la Asociación de Empresas Inmobiliarias del Perú (ASEI).
Para la directora de la carrera de Arquitectura de la Universidad Autónoma del Perú, Olga Chávez, este fenómeno responde a un cambio generacional en las prioridades de vida. “Hoy los jóvenes priorizan la ubicación, la conectividad y el acceso a servicios antes que el tamaño de la vivienda. Esto ha generado un giro en el diseño arquitectónico y en la oferta inmobiliaria, donde se apuesta por espacios más funcionales, versátiles y sostenibles”, explica.
Según Chávez, los nuevos compradores buscan independencia temprana, financiamiento accesible y una vida urbana más activa. “El metraje se reduce, pero se gana en practicidad. Muchas veces, los edificios incluyen áreas comunes como coworking, gimnasios o terrazas, que complementan la experiencia de vivir en espacios compactos”, añade.
Esta tendencia ha impulsado la creación de soluciones creativas para aprovechar al máximo cada metro cuadrado. “El reto para los arquitectos es diseñar espacios compactos que no se sientan reducidos, sino cómodos, modernos y adaptables a distintos estilos de vida. La clave está en la funcionalidad y en una planificación detallada desde la concepción del proyecto”, indica Olga Chávez.
Entre las ventajas de este nuevo modelo habitacional destaca el bajo costo de mantenimiento, mayor facilidad para acceder a una vivienda propia, menor consumo energético y una vida urbana más conectada, con servicios y transporte público cercanos, agrega. Sin embargo, también existen desafíos asociados a estos formatos. La falta de espacio de almacenamiento, la convivencia en áreas reducidas o la dificultad para formar una familia en el mismo lugar pueden ser limitantes a mediano o largo plazo. “Es importante que estos departamentos estén dirigidos a un público con un estilo de vida compatible con estas características. No todos se adaptan igual a vivir en 40, 50 o 60 metros cuadrados”, advierte la especialista.
“Esta transformación en el mercado inmobiliario refleja un cambio profundo en la manera de vivir y relacionarse con la ciudad. Los departamentos más compactos responden a necesidades reales de un público joven que busca eficiencia, conectividad y calidad de vida. El desafío es seguir diseñando espacios que se adapten a estas nuevas dinámicas, promoviendo viviendas funcionales, confortables y sostenibles que contribuyan a un desarrollo urbano más inteligente y humano”, concluye Chávez.


