Con más de 600 sanciones en un solo año, el sector inmobiliario peruano es uno de los más cuestionados
Comprar una vivienda en el Perú sigue siendo una apuesta de alto riesgo. Solo en 2024, el sector inmobiliario fue el segundo más sancionado por el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi), al acumular 604 sanciones y 1,194.15 unidades impositivas tributarias (UIT) en multas. El problema de fondo: proyectos que no se entregan, desarrolladoras que desaparecen y compradores que se quedan sin respaldo legal ni financiero.
La desconfianza del consumidor crece en paralelo a los casos de proyectos inconclusos, promesas incumplidas y vacíos legales. Ante este panorama, cada vez más constructoras apuestan por herramientas que no solo aseguren la correcta ejecución de sus obras, sino que además les permitan construir reputación de forma sostenida: entre ellas, el fideicomiso inmobiliario.
A diferencia de una simple transferencia bancaria o de un contrato con cláusulas, muchas veces, poco ejecutables, el fideicomiso asegura que el dinero del comprador no vaya directamente a manos del desarrollador, sino que sea administrado por una empresa fiduciaria independiente que solo libera fondos según el avance real de la obra.
“Esta figura brinda transparencia, eficiencia y seguridad jurídica. Si un proyecto entra en problemas, el fideicomiso permite actuar de inmediato, sin necesidad de procesos judiciales largos como sucede con las hipotecas. El fideicomiso no es solo un mecanismo de control financiero. Es, sobre todo, una señal de confianza. Usarlo le dice al comprador: ‘tu inversión está protegida, tu dinero será usado con responsabilidad”, explica Geraldo Arosemena, Managing Director de TMF Group para Perú y Bolivia.
El impacto de este modelo ya es visible: durante 2024, el fideicomiso de garantía fue el servicio fiduciario más solicitado por empresas que buscaban refinanciar sus deudas o estructurar proyectos con respaldo sólido. La agroindustria, la obra pública y el sector inmobiliario lideraron esta demanda.
Además de proteger a los compradores, este sistema también beneficia a las empresas responsables: les permite diferenciarse en un mercado saturado de casos cuestionables y posicionarse como actores formales, organizados y orientados a buenas prácticas.
“Para estos casos, el fideicomiso no solo protege al comprador, también ofrece garantías a los financiadores y da mayor orden al ecosistema inmobiliario. El fideicomiso se está convirtiendo en un nuevo estándar de calidad en el sector. No solo asegura que se cumpla el proyecto, sino que también impulsa una nueva cultura empresarial basada en la transparencia”, agrega Arosemena.
A pesar de sus ventajas, el uso de fideicomisos en el Perú sigue siendo limitado. Mientras en otros países es un estándar obligatorio en desarrollos inmobiliarios, aquí aún se requiere mayor promoción por parte del Estado y los gremios del sector.
“El comprador no solo busca precio o ubicación. Busca respaldo, cumplimiento y confianza. Las empresas que entiendan esto no solo venderán más: construirán relaciones de largo plazo con sus clientes”, finaliza el Managing Director de TMF Group para Perú y Bolivia.
Fuente: ANDINA