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Reforma agraria: ¿Es necesario un banco de fomento agropecuario?

Durante el lanzamiento oficial del proceso de una ‘segunda reforma agraria’, el presidente de la República, Pedro Castillo, anunció que su gobierno impulsará una banca de fomento agropecuario “sobre las bases de Agrobanco, Cofide y el Banco de la Nación”, a fin de que los productores accedan a créditos favorables.

Para ello, se necesitaría una nueva reestructuración del Banco Agropecuario (Agrobanco) -que ya pasó por dos cambios entre el 2001 y 2018-, coinciden los especialistas consultados para esta nota.

Para el economista Héctor Guevara, miembro del directorio de Agrobanco, lo importante hoy es potenciar lo que ya existe, refiriéndose al Agrobanco que – según indica- pese a las pésimas gestiones que se dieron antes del 2018, generándose una cartera pesada por S/ 600 millones, logró reestructurarse.

Aunque recién este el 2021 ha terminado de implementar todos los aspectos regulatorios, procedimientos y establecerse metas. Así, el mes pasado se terminaron de colocar los primeros S/ 440 millones del fondo Agroperú y tiene una cartera vigente que crece a una tasa de 10% mensual.

No obstante, aún espera que el Ejecutivo le transfiera los S/ 200 millones anunciados durante el voto de confianza para el fortalecimiento patrimonial de la entidad a fin de que pueda apalancar más créditos. Hoy está limitado, considerando que recién para el 2023 o 2024 se culminarán varios procesos de deudas judicializadas, por lo que recién en esos años se generaría liberación de provisiones.

“Entonces, hasta que el banco sea autosostenible y logre su fortalecimiento, recién ahí podríamos pensar en otra categoría de banco porque primero necesitará de muchos recursos, ganar credibilidad y mejorar su calificación para poder crecer”, opinó Guevara.

Agregó que Cofide tendría el rol de administrar de ciertos fondos como lo hace con el Fondo para la Inclusión Financiera del Pequeño Productor (FIPPA), y el Banco de la Nación daría el soporte a través de sus ventanillas a nivel nacional.

Y, ¿cuál sería la diferencia entre un banco de fomento y el actual Agrobanco? Según Pedro Grados, director de la Carrera de Economía de la Universidad de Lima, “no habría mayor diferencia” si es que se cambia la forma de operar de la entidad y en la medida que empiece a trabajar con multilaterales para asegurar cierta experiencia sobre la expansión del financiamiento agropecuario.

Asimismo, señaló que más que generar una nueva figura bancaria, debería fortalecerse el aspecto técnico a fin de evitar las malas experiencias y los manejos políticos como sucedieron con las desaparecidas banca de fomento Minero, de Vivienda, Industrial, entre otros.

Y en la medida que el actual Gobierno busque controlar el déficit fiscal, la aplicación de una banca de fomento podría ser contradictorio en términos del gasto fiscal, refirió Grados.

“Con S/ 200 millones (del fortalecimiento patrimonial) se puede iniciar una nueva metodología y operatividad del banco y analizar los resultados. Sin embargo, los cambios que se hagan no tendrán sentido sin acceso a tecnologías y centros de investigación para el productor, porque la idea es que se vuelvan competitivos y sujetos de crédito”, anotó.

Justamente, Marco Vinelli, director de la maestría en Administración de Agronegocios de ESAN, quien se mostró a favor de una banca de fomento -porque permitiría reducir los costos operativos que generan que las tasas de interés se acerquen a un 35%- señaló también que la iniciativa deberá trabajarse de la mano con todo el sistema financiero, como las microfinancieras y bancos.

Y es que en su opinión, dicha banca tendría que poner como tope tres créditos por productor y a tasas bien competitivas para que luego de el salto a ser calificado por otras entidades financieras.

“Debemos entender que una banca de fomento debería tener otra estructura de costos e impulsar su transformación tecnológica, que sus analistas de créditos vayan al campo con herramientas digitales que disminuyan el papeleo, para que llegue el crédito a tasas bien bajas y hacer un seguimiento de las siembras a través del satélite. Otro tipo de instrumentos es el de garantías estatales, de tal manera que ayudemos a todos y no solo a unos cuantos. Lo que hace falta es una mirada global y una solución parche”, finalizó.

Fuente: GESTIÓN.

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