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Por: Gabriel E. Levy B.
En las costas de Corea del Sur, Songdo, una metrópolis futurista construida desde cero, se ha convertido en un modelo de «smart city», donde cada aspecto de la vida urbana es optimizado a través de soluciones tecnológicas avanzadas.
En la década de los 90, las autoridades surcoreanas, en colaboración con desarrolladores internacionales, concibieron Songdo como un proyecto para aliviar la congestión de Seúl y atraer inversión extranjera. La visión era ambiciosa: una ciudad verde y tecnológica que ofrecería una calidad de vida sin precedentes. Hoy, Songdo es un testimonio tangible de esa visión, con infraestructuras que parecen sacadas de una película de ciencia ficción.
Cuando en 2003 empezó a levantarse la isla artificial en la que se asienta la ciudad, las compañías implicadas habían previsto un coste de US$40.000 millones. Esta monumental inversión estaba destinada a convertir una extensión de terreno recuperado del mar en una metrópolis de vanguardia. El plan maestro fue diseñado por el famoso estudio de arquitectura Kohn Pedersen Fox (KPF), conocido por sus innovadores enfoques en el diseño urbano.
La implementación de esta visión recayó en la estadounidense Gale International, la coreana POSCO E&C y la entidad pública de la ciudad metropolitana de Incheon, a la que Songdo pertenece. Estas entidades se encargaron de la construcción de infraestructuras avanzadas y del desarrollo urbano en sus diversas fases. A pesar de que la construcción de Songdo se completó oficialmente en 2015, los primeros residentes empezaron a llegar en 2009, cuando los elementos fundamentales de la ciudad ya estaban en funcionamiento.
La ubicación estratégica de Songdo en el mapa global es uno de sus mayores atractivos.
El corazón de Songdo es el Parque Central, un inmenso oasis verde con lagos, diseñado estratégicamente como el núcleo del proyecto urbanístico desde sus inicios. Este espacio no solo proporciona un pulmón verde a la ciudad, sino que también actúa como un centro social y recreativo. Junto al parque se encuentra la escuela internacional, que atrae a familias de expatriados y locales por igual.
En la «almendra» central de Songdo se hallan edificios emblemáticos como el centro de control, el ayuntamiento y el flamante nuevo Centro de Artes. Estos edificios no solo representan la avanzada infraestructura de la ciudad, sino que también simbolizan su compromiso con la cultura y la gobernanza eficiente.
La vida diaria en Songdo está impregnada de tecnología. Las casas miden al minuto el consumo eléctrico y lo reflejan en paneles que permiten a los residentes monitorear y ajustar su uso de energía. Cientos de cámaras ubicadas estratégicamente a lo largo de la ciudad permiten saber cuántos coches han cruzado el puente principal, y el tráfico es gestionado desde un inmenso centro de control. Este sistema avanzado asegura que la movilidad urbana sea fluida y eficiente, reduciendo tiempos de espera y minimizando el impacto ambiental.
